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jueves, 4 de julio de 2013

EL MAYOR MANDAMIENTO

Hola familia,

el próximo sábado nos dedicaremos al Estudio Sistematizado del Evangelio. El mensaje es claro y sencillo. La práctica no tanto... El Maestro nos conoce y acoge en nuestra debilidad. Después de venir a la Tierra trayendo Él mismo este mensaje, nos envió los espíritus que volvieran a repetir sus palabras, que elucidaran lo que no nos quedara claro, que en la Codificación Espírita arrojaran luz a las sombras de nuestra ignorancia. En El Evangelio según el Espiritismo, los espíritus comentan máximas de las enseñanzas de Jesús, universales, imperecederas. La que estudiaremos en nuestra reunión de sábado es la mayor de todas ellas, la verdad por excelencia. Sepamos abrir nuestras mentes y corazones a esta enseñanza, que una vez más nos visita, dándonos la oportunidad de ajustar el rumbo de nuestra trayectoria existencia hacia parajes más felices.

Cariños de la hermana menor   

EL MAYOR MANDAMIENTO

4. Mas los fariseos, sabiendo que él había hecho callar a los saduceos, reuniéronse; y uno de ellos, que era doctor de la ley, le hizo esta pregunta para tentarle: Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la ley? Jesús le respondió: 
Amaréis al Señor, vuestro Dios, de todo vuestro corazón, de toda vuestra alma y de todo vuestro espíritu. Este es el mayor y el primer mandamiento. Y este es el segundo que es semejante a aquel: Amaréis a vuestro prójimo como a vosotros mismos. Toda la ley y los profetas están contenidos en estos dos mandamientos. 
 (San Mateo, cap. XXII, v. de 34 a 40).

5. Caridad y humildad: tal es, pues, el único camino de la salvación; egoísmo y orgullo, tal es el de la perdición. Este principio está formulado en términos precisos en estas palabras: “Amaréis a Dios con toda vuestra alma y a vuestro prójimo como a vosotros mismos, toda la ley y los profetas están contenidos en estos dos mandamientos”. Y para que no haya equivocación sobre la interpretación del amor a Dios y al prójimo, añade: “Este es el segundo mandamiento, que es semejante al primero”; es decir, que no se puede verdaderamente amar a Dios sin amar al prójimo, ni amar al prójimo sin amar a Dios; por tanto, todo lo que se hace contra el prójimo, se hace contra Dios. No pudiendo amar a Dios, sin practicar la caridad con el prójimo, todos los deberes del hombre se encuentran resumidos en esta máxima: “FUERA DE LA CARIDAD NO HAY SALVACIÓN”.


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