siguiendo con el tema de la Ley de Conservación, el sábado en la clase del Estudio Sistematizado del Espiritismo hablamos sobre lo necesario y lo superfluo.
Para la gente más dedicada, os dejo uno de los textos que leeremos en clase.
Cariños de la hermana menor
LO NECESARIO Y LO SUPERFLUO
«(...) Todos
tienen que concurrir al cumplimiento de los designios de la Providencia. Por
eso fue que Dios les dio la necesidad de vivir, (...)» ya que la vida es
esencial para el perfeccionamiento de los seres. Junto a la necesidad de vivir,
Dios también dio al hombre los medios para suplir esta necesidad. «(...) Esa es
la razón por la que hace que la Tierra produzca de modo a proporcionar lo
necesario a los que la habitan, visto que sólo lo necesario es útil. Lo
superfluo nunca lo es.» No obstante, en sus experiencias evolutivas los hombres
pasan, muchas veces, por privaciones y situaciones difíciles, en las cuales les
falta hasta lo esencial para la supervivencia.
Debemos
considerar que tal situación extrema generalmente ocurre por falta de previsión
del hombre. «(...) la tierra produciría siempre lo necesario si el hombre
supiera contentarse con lo necesario. Si lo que ella produce no llega a cubrir
sus necesidades es porque emplea en lo superfluo lo que podría ser aplicado en
lo necesario. Mira al árabe en el desierto. Siempre encuentra de qué vivir,
porque no crea para sí necesidades ficticias, ¿qué motivos tiene el hombre para
espantarse por no encontrar nada para el día siguiente y para quejarse de estar
desprovisto de todo cuando llegan los días de penurias? En verdad os digo que
la Naturaleza no es imprevisora, es el hombre el que no sabe administrar su
vida.»
«(...) Si bien
es cierto que la civilización multiplica las necesidades, también lo es que
multiplica las fuentes de trabajo y los medios de vida. (...) La desgracia,
para muchos, proviene de encaminarse por una senda diferente a la que la
Naturaleza les traza. Es, entonces, que su inteligencia resulta escasa para
alcanzar el éxito. Para todos hay un lugar bajo el sol, pero con la condición
de que cada uno ocupe el suyo y no el de los demás. La Naturaleza no puede ser
responsable por los defectos de la organización social ni por las consecuencias
de la ambición y del amor propio. (...)»
Varios son los
medios empleados por el hombre para preservar o ampliar su bienestar social.
Aunque para muchos parezca que no ha habido progreso, lo cierto es que la
Humanidad ha evolucionado.» (...) Gracias a los loables esfuerzos que, juntas,
la Filantropía y la Ciencia no cesan de realizar para mejorar la condición
material de los hombres y a pesar del crecimiento incesante de las poblaciones,
la insuficiencia de la producción se encuentra atenuada, al menos en gran
parte, y los años más calamitosos del presente no pueden, de ninguna manera,
compararse con los de otros tiempos. La higiene pública, elemento tan esencial
de la fuerza y de la salud, que nuestros padres no conocieron, es objeto de
esclarecida solicitud. (...) En todas partes la Ciencia contribuye para
aumentar el bienestar. (...)»
«(...) No existe
un límite absoluto entre lo necesario y lo superfluo. La civilización creó
necesidades que el salvaje desconoce (...). Todo es relativo y cabe a la razón
regular las cosas. La civilización desarrolla el sentido moral y, al mismo
tiempo, el sentimiento de caridad, que conduce a los hombres a prestarse mutuo
apoyo. (...)» El gusto por lo superfluo es, de esta manera, perjudicial para el
hombre. Los excesos que provoca hacen que la naturaleza animal tenga preponderancia
sobre la naturaleza espiritual. En esas condiciones, el atractivo que ejercen
los bienes materiales también hace las veces de prueba para el espíritu que
experimenta las oportunidad del mundo físico. Para conducirse correctamente en
la esfera carnal, el hombre debe conocer el límite entre lo necesario y lo
superfluo. Algunas personas todavía requieren reiteradas experiencias y gran
esfuerzo para adquirir ese conocimiento. Otras lo tienen por intuición de las
conquistas efectuadas en vidas anteriores.
Al respecto,
debe aclararse que el límite de lo necesario no es exacto ni absoluto pues, en
realidad, es relativo a las condiciones de vida proporcionadas por los avances
de la civilización, que crean nuevas necesidades. Sin embargo, puede afirmarse
que son esenciales para los hombres todos los bienes que tienen importancia
para su supervivencia, para que disfruten de relativo confort y puedan
participar de la vida en sociedad. Son superfluos todos los bienes que sirven a
otras finalidades, tales como el lujo y la satisfacción del orgullo, así como
lo que, acumulados e improductivos en manos de unos pocos, hacen falta a
muchos. Por lo tanto, cabe al individuo, a las instituciones y a los Gobiernos
aplicar esfuerzos en el sentido de extender a todos, sin excepciones, los
beneficios provenientes del mejoramiento del padrón de vida humano, originados
en el progreso de la Civilización, a modo de atenuar las desigualdades
sociales.
Para garantizar
el cumplimiento de esa tarea, asegurando bienestar a todos lo hombres, son
necesarias iniciativas concretas en los sectores de la salud, alimentación,
habitación, acceso a los medios de comunicación y, en especial, educación -
comprendida en el sentido más amplio de la formación intelectual, social, moral
y espiritual del ser. Las conquistas de la ciencia y del conocimiento humano,
como un todo, posibilitarán a la Humanidad ampliar el bienestar social.
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