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domingo, 5 de octubre de 2014

Conocimiento es responsabilidad

Hola familia,

ayer en nuestra clase de estudio Sistematizado del Evangelio, nos dedicamos a comprender la máxima “mucho se pedirá a aquél que mucho recibió”. Empezamos leyendo el texto de estudio y luego pasamos a una dinámica que tenía por objetivo reconocer la abundancia de talentos que tenemos todos, pese a que muchas veces no los seamos capaces de ver.

Algunos compañeros quedaron responsables de contestar algunas preguntas, compartiendo sus talentos con los demás. Las preguntas y nuestras respuestas son las que os pongo a continuación:

1 ¿Qué significa la expresión de Jesús: “mucho se pedirá a aquél que mucho recibió?
Que los talentos que recibimos de Dios, sean los del conocimiento, sean los de los bienes materiales, deben ser multiplicados a favor del prójimo y nos imponen una responsabilidad mayor ante la Providencia Divina y nuestros semejantes.

2 ¿La ignorancia justifica el error?
Justificar no es el término. La ignorancia sólo atenúa la punición. Es evidente que, mal contrario de ignorante, aquél que sabe más debe proceder mejor, bajo pena de, no actuando así, sufrir más por ser más responsable.

3 Siendo así, ¿no es más aconsejable saber menos, pues así, menos cuentas tendremos que presentar a Dios?
Eso constituye un regocijo efímero, que sólo hará que retardemos nuestro progreso, a cuya ley, antes o después, inexorablemente tendremos que adherirnos.

4 ¿De qué ceguera nos habla aquí Jesús? ¿Sería la de los ojos físicos?
No. Se trata de la ceguera del alma, que puede ser voluntaria, en las personas que no quieren ver la verdad, personificada por Jesús. La Providencia Divina nos cobra en la misma proporción que nos ofrece: si recibimos mucho, mayor es nuestra obligación de multiplicarlo a favor del prójimo. Si erramos por desconocer la verdad, seremos menos punidos (y no perdonados), he aquí que Dios sólo nos cobra lo que de Él hemos recibido. Dios nos pune, no solamente por nuestros errores cometidos, sino también, por nuestra inercia, comodismo y mala voluntad. “El peor ciego es aquél que no quiere ver”.

5 ¿Por qué los fariseos eran grandes pecadore? Porque conocían la ley de Dios, la predicaban, pero no la practicaban.


6 ¿El Evangelio está al alcance de todos?
Sí, pues él vino para alcanzar a todos, pudiendo su aprendizaje ser accesible y adquirido por todos, inclusive por analfabetos, simplemente escuchando sus prédicas.

7 ¿El conocimiento del Evangelio implica la vivencia de sus enseñanzas?
Su conocimiento implica proporcional responsabilidad por los actos cometidos. Siendo así, aquellos que lo conocen y no lo viven serán más severamente punidos.

8 ¿El conocimiento espírita propicia más responsabilidad?
Sí. Con todo, también mayores alegrías, si es bien practicado.

La enseñanza de los espíritus, que se esparcen por todas partes, permite que las máximas del Evangelio se extiendan a todos, letrados o iletrados, creyentes o incrédulos, cristianos o no. El Evangelio no es sólo una admirable filosofía de vida, pero encierra las propias leyes de la vida, a las cuales estamos subordinados. “A los espíritas, pues, mucho les será pedido, porque mucho han recibido; pero también, a los que lo hubieran aprovechado, mucho les será dado”.

La conclusión de la tarde fue la siguiente:
Los talentos que recibimos de Dios, en términos de conocimiento y bienes materiales, deben ser multiplicados en favor del prójimo. Delante de Dios, la responsabilidad de nuestros actos es directamente proporcional al esclarecimiento del que ya somos portadores. Debemos buscar ser personas sencillas, esforzándonos por vivir según el conocimiento espiritual del que ya disponemos.
¡Que seamos dignos de llevar el nombre el Señor en los lábios, haciendo nuestros corazones permeables  su dulce y pacificadora influencia!


Cariños de la hermana menor

1 comentario:

  1. ¡Qué genial entrada! Espero con ansias poder ir a una reunión de CEADS.

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