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domingo, 9 de noviembre de 2014

Se conoce al cristiano por sus obras

Hola familia, 

perdonad que esta semana se le ha ido el santo al cielo a la hermana menor y no hubo post de preparación de la clase. A continuación os pongo el texto de estudio, que los que han tenido la alegría de acercarse a CEADS ayer sábado pudieron debatir bajo la orientación de nuestro compañero Andrea Firense. También os pongo algunas preguntas y respuestas que ayudan a profundizar en el sentido del texto. Como bien nos aclara nuestra amada Doctrina, no basta con la teoría. Así que podamos encontrar en estas palabras inspiración y fuente de renovación de nuestras actitudes, sentimientos y palabras. ¡Sea!

Cariños de la hermana menor

Se conoce al cristiano por sus obras
16. "Los que me dicen: Señor, Señor, no entrarán todos en el reino de los cielos, mas sólo aquel que hace la voluntad de mi padre, que está en los cielos”. Escuchad estas palabras del maestro todos los que rechazáis la doctrina espiritista como una obra del demonio. Abrid vuestros oídos; el momento de escuchar ha llegado. ¿Basta llevar la librea del Señor para ser un fiel servidor? ¿Basta decir: “Soy cristiano", para seguir a Cristo? Buscad a los buenos cristianos y los encontraréis en sus obras. "Un buen árbol no puede dar mal fruto, ni un mal árbol puede dar buen fruto. Todo árbol que no da buenos frutos es cortado y echado al fuego". Estas son las palabras del Maestro; discípulos de Cristo, comprendedlas bien. ¿Cuáles son los frutos que debe dar el árbol del cristianismo, árbol poderoso cuyo ramaje copudo cubre con su sombra una parte del mundo, pero que no ha abrigado aún a todos los que deben agruparse a su alrededor? Los frutos del árbol de la vida son frutos de vida, de esperanza y de fe. El cristianismo, tal como lo ha hecho desde muchos siglos, predica siempre esas divinas virtudes, procura esparcir sus frutos, pero ¡cuán pocos lo cogen! El árbol es siempre bueno, pero los jardineros son malos. Han querido cultivarlo a su modo, han querido modelarlo según sus necesidades, y lo han achicado y mutilado; sus ramas estériles no darán malos frutos, pero no dan ninguno. El viajero que tiene sed y se para bajo su sombra para coger el fruto de la esperanza que debe darle la fuerza y el valor, sólo ve ramas áridas que hacen presentir la tempestad. En vano pide el fruto de vida al árbol de la vida; las hojas caen secas, ¡el hombre las ha manoseado tanto, que las ha quemado! ¡Abrid, pues, vuestros oídos y vuestros corazones, queridos míos! Cultivad este árbol de vida cuyos frutos dan la vida eterna. El que lo ha plantado os invita a cuidarlo con amor, y vosotros le veréis aún dar con abundancia sus frutos divinos. Dejadlo tal como Cristo os lo dió; no lo mutiléis; su sombra inmensa quiere extenderse por todo el universo; no recortéis sus ramas; sus frutos bienhechores caen en abundancia para sostener al viajero sediento que quiere llegar al fin; no recojáis estos frutos para encerrarles y dejarles podrir y que no sirvan para nadie. "Muchos son los llamados y pocos los escogidos"; es que hay acaparadores para el pan de la vida, como los hay muchas veces para el pan material. No seáis de este número; el árbol que da buenos frutos debe esparcirse por todas partes. Marchad, pues, a buscar a aquellos que están sedientos; conducidles bajo las ramas del árbol y com partid con ellos el abrigo que os ofrece. "No se cogen uvas", hermanos míos; alejaos, pues, de aquellos que os llaman para presentaros los abrojos del camino, y seguid a aquellos que os conducen a la sombra del árbol de la vida. El divino Salvador, el justo por excelencia, lo ha dicho y sus palabras no faltarán. "Aquellos que me dicen: ¡ Señor, Señor!, no entrarán todos en el reino de los cielos, sino sólo aquellos que hacen la voluntad de mi padre, que está en los cielos”. Que el Señor de bendición os bendiga; que el Dios de luz os ilumine; que el árbol de la vida derrame sobre vosotros sus frutos con abundancia. Creed y rogad. (Simeón. Bordeaux, 1863).
KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo. Trad. Guillón Ribeiro. 89. ed. Río de Janeiro: FEB, 1984. Cap. XVIII, Ítem 16

"Principe de la Paz" Akiane Kramarik

 "Prince of Peace 

Delante de Dios sólo se obtienen méritos, a través de obras en el bien, y no a través de simple religiosidad, muchas veces falsa o de cuño exterior.

¿Por qué muchos de los que dicen “Señor” “Señor”, no entrarán en el reino de los cielos? Porque aquellos que sólo dicen palabras sueltas, sin reflexionar lo que tienen en lo íntimo, no son agradables a Dios. A Él le agrada más la devoción sincera, que parte del corazón y, por encima de todo, comprobada por actitudes en el bien.

¿Quiénes son los así considerados? Son aquellos que ostentan la religiosidad sólo en apariencia, manteniendo en lo íntimo, el corazón distanciado de su deber.

¿Y cuál es “la voluntad del Padre que está en los cielos”? Que nos comportemos como verdaderos cristianos y hagamos el bien en los términos enseñados por Jesús, sin importar a cuál religión pertenecemos.
¿Cómo se reconoce al verdadero cristiano? Por sus actitudes con relación al prójimo, por las obras que practica y por su vivencia real de las enseñanzas de Cristo. No siempre el balbucear de palabras reverenciando al Señor es acompañado de actos que identifican al verdadero cristiano. Los actos exteriores de devoción, las bonitas expresiones, sin el sacrificio de nuestro orgullo, egoísmo y avaricia, nada valen a los ojos del Padre. No es el título religioso de que somos detentores que nos llevará al Padre, sino nuestras obras. El verdadero cristiano se revela por la reforma íntima que hizo pasar a su espíritu, y por el esfuerzo que hace para vencer sus malas inclinaciones.

¿Cuál es el papel del Cristianismo? El Cristianismo, a través de su código de moral cristiana – el Evangelio – es la expresión de las leyes divinas y, por eso, ejerce el noble papel de conducir, por un único camino, a todas las criaturas al Padre.

¿Por qué el Cristianismo, siendo ese árbol pujante, no consiguió aún implantarse totalmente en la Tierra? Porque los hombres procuran moldearlo por sus ideales, deformándolo en sus finalidades, llevándolo a apartarse de su aspecto original.

¿Qué debemos hacer, entonces, para que el árbol del Cristianismo florezca? Educarnos dentro de las enseñanzas preconizadas por Jesús, a través de una reforma que comience dentro de nosotros, sin lo que no habrá reforma en el mundo que nos rodea.

“El Cristianismo, cual lo hicieron hace muchos siglos, continúa asegurando esas virtudes divinas; se esfuerza por esparcir sus frutos, pero cuan pocos los cogen”. “Cada espíritu se afirma bien o mal, aprovechando las creaciones del Excelso Padre para subir a la luz o abusando de ellas para descender a las tinieblas.”

“…solamente las obras que hiciéramos, en nombre del Padre, es que serán marcos indelebles de nuestro camino, testificando por nosotros.” 
Emmanuel / libro: El Espíritu de la Verdad

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