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jueves, 7 de abril de 2016

Obsesión: las diferentes expresiones del mismo problema - parte 1

Buenas tardes

Este sábado nos toca estudio la Obsesión en el Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita. Así que os dejamos el texto de estudio y ¡os esperamos en CEADS!


CONCEPTO

Se llama obsesión a la acción persistente que un Espíritu malo ejerce sobre un individuo.
Es consecuencia de la inferioridad moral de sus habitantes de la Tierra, debe ser considerada como una prueba o una expiación, y aceptada como tal.
Esta acción es realizada solamente por Espíritus inferiores que tratan de dominar ya que los buenos Espíritus no ocasionan ninguna coacción, aconsejan, combaten la influencia de los malos, y, si no son escuchados, se retiran.


SUS CAUSAS

Las causas de la obsesión varían según el carácter del Espíritu:

  • Venganza hacia un individuo con el que tiene motivos de quejas en la vida presente o en otra existencia.
  • Deseo de hacer el mal: como el Espíritu sufre, quiere que los otros también sufran
  • Por efecto del odio y la envidia que les provoca el bien, por eso es que dirigen sus miradas maléficas sobre las personas más honestas.
  • Sentimiento de cobardía que los induce a aprovecharse de la debilidad moral de ciertos individuos que ellos saben son incapaces de resistirse.

Así como las enfermedades son una consecuencia de las imperfecciones físicas que hacen al cuerpo accesible a perniciosas influencias exteriores, la obsesión deriva siempre de una imperfección moral que permite el dominio de un Espíritu malo.
Hay Espíritus obsesores sin maldad, que aún demuestran tener algo de bueno, pero que están dominados por el orgullo del falso saber; tienen sus propias ideas y sus sistemas sobre las ciencias, la economía social, la moral, la religión, la filosofía, y quieren que sus opiniones prevalezcan. Son los más peligrosos porque no les cuesta nada crear sofismas para hacer creer las más ridículas utopías. Como conocen el prestigio de los grandes nombres, no tienen ningún escrúpulo en adornarse con uno de aquellos al que todos respetan. Procuran deslumbrar mediante un lenguaje pomposo, más pretencioso que profundo, plagado de términos técnicos y dándoles énfasis a las palabras: caridad y moral. Cuidadosamente evitarán dar un mal consejo, porque saben muy bien que serán rechazados.  A esos Espíritus, la moral es lo que menos les preocupa; es un simple rótulo para ser aceptados. Lo que quieren es, por sobre todo, imponer sus ideas, aunque sean las más absurdas.


OBSESOR

Del latín: obsesore. Aquel que causa obsesión, que importuna.

El obsesor es una persona como nosotros. 
No es un ser diferente que sólo vive cometiendo crueldades, ni es un condenado sin remisión por la Justicia Divina.
No es un ser extraño a nosotros; por el contrario, es alguien que participó de nuestra convivencia, de nuestra intimidad, muchas veces, con estrechos lazos afectivos. Tal vez sea alguien a quien antes amamos.
Es el hermano a quien desequilibraron los sufrimientos y los desengaños producidos, seguramente por nuestra participación. Aún no se han arrepentido; que se deleitan haciendo mal y no sienten ningún pesar por ello; que son insensibles a las reprimendas, rechazan la oración y, muchas veces, blasfeman del nombre de Dios.
Son esas almas endurecidas, que después de la muerte vengan en los hombres los sufrimientos que soportan, y persiguen con su odio a aquellos a quienes odiaron durante la vida, por eso los obsesan o ejercen sobre ellos alguna influencia funesta.
La figura del obsesor impresiona realmente por los perjuicios que puedan ocasionar su aproximación y sintonía. Él aprovecha esa situación para asustar y coaccionar a su víctima con mayor facilidad. Utilizan todas nuestras flaquezas así como otras tantas puertas abiertas que les permiten el acceso a nuestra alma.
Con todo, debemos recordar que los obsesores no son Espíritus completamente desprovistos de buenos sentimientos e irremediablemente malos. Son, antes que nada, Espíritus que carecen de comprensión, de cariño y de amor. Está dominado por la idea fija de vengarse, se olvida de todo lo demás y sólo vive en función de aquello que es el objeto de sus planes.





OBSESADO

La Doctrina Espírita nos informa que antes que nada, el obsesado es una víctima de sí mismo.
Joanna de Ângelis, denomina esa situación como prisión interior, “celda personal” donde la gran mayoría, acostumbrada a sus vicios y cristalizada en los errores, se mantiene sin luchar por su liberación.
Cada uno de ellos lleva en sí mismo un infinito de problemas que no sabe determinar.
Puede ser el “verdugo” o cómplice de crímenes  del ayer, que ahora se presenta como “víctima”.
Las pruebas que lo afligen son oportunidades de rescate y lo alerta para que reflexione sobre la necesidad de moralizarse, porque, al sentirse acuciado por el verdugo espiritual, tomará conciencia más rápidamente de la grandiosa tarea que debe realizar: transformar el odio en amor, la venganza en perdón, y humillarse para poder ser también perdonado.
El Evangelio nos brinda innumerables ejemplos de obsesados. Jesús no eleigió los perfectos para trabajar en su viña, eligió los que necesitan curarse de sus “enfermedades morales” y que nos servirían de ejemplos, de que todos somos capaces de aprender y evolucionar. Hasta el final nos dio ejemplo de su caridad,  el Divino Amigo partió de la vida corporal junto con dos ladrones a los que la Ciencia de hoy calificaría como cleptómanos pertinaces.



PROCESO OBSESIVO

El proceso obsesivo se caracteriza por la acción del obsesor sobre el obsesado, que aprovecha la menor oportunidad para influir sobre la persona.
Allan Kardec esclarece que en el proceso obsesivo hay una acción fluídica efectuada por el obsesor, quien actúa en forma exterior con la ayuda de su periespíritu. Existe una sintonía mental de obsesor al obsesado, enviándole pensamientos con constante repetición hipnótica hacia su mente, incauta y desprevenida, los asimila y refleja, dejándose dominar por las ideas intrusas.
Este vínculo fluídico entre ambos permite que los pensamientos y las voluntades de ambos se confundan; lo hace pensar, hablar, obrar en su lugar; aunque no quiera, lo impulsa a un comportamiento anómalo o ridículo; en suma, lo magnetiza, lo arroja a un estado de catalepsia moral, y el individuo se transforma en un instrumento de su voluntad. Ese es el origen de la obsesión, de la fascinación y de la subyugación que se producen en diferentes grados de manifestación.

Tenemos los diferentes tipos de obsesión:
  • Desencarnado hacia encarnado: con mayor incidencia por la facilidad de influir y dominar la mente del limitado cuerpo somático del ser encarnado.
  • Encarnado hacia desencarnado: bastante común (aunque no lo parezca). Vinculación intencional o no con seres amados y fijación mental con los que volverán a la patria espiritual.
  • Encarnado hacia encarnado: verdaderas manipulaciones mentales entre seres que supuestamente se aman o bien creen odiarse.
  • Desencarnado hacia desencarnado: los mismos motivos mientras estaban encarnados, los “más fuertes” creen dominar a los “más débiles” para venganza, poder, dominio, etc.
  • Reciproca: almas afines, simbiosis para el mal.
  • Auto-obsesión: cultivan molestias fantasmas, sufren con el pasado y con sus pruebas, abriendo puertas para la obsesión ajena. 

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